martes, 27 de marzo de 2012

5.- El Judío Nuevo

Hubo una época, antes de la Internet, en que alguien llamado Dov Ver Borojov, pensó y pensó y escribió acerca de la cuestión judía. Les dejo la tarea de googlear el nombre de este pensador, nacido en Ucrania por 1880 y que desarrolló sus ideas en los comienzos del siglo XX. Borojov entendió que el pueblo judío se concentraba en las capas medias de la sociedad, y que la historia de exilios convirtió a este pueblo en algo anómalo, no solo por disperso, sino por alejado de los medios de producción, de la tierra. Borojov es considerado como el creador de la síntesis del sionismo y el socialismo. De sus escritos y sus posturas en Poalei Sion y dentro del movimiento sionista, se desprende la necesidad de crear una vanguardia pionera, jalutziana, cuya ideología era, por defecto el sionismo socialista. Crear un judío nuevo, fue la tarea del movimiento kibutziano desde su fundación. Había que quitarse las taras de tener un pasado comprometido solo con los intereses de la burguesía, por ende, se trataba de la proletarización del pueblo judío. ¿Qué disparate, verdad? Cientos y miles de judíos fueron a trabajar la tierra y se dieron una forma de organización conocida como el kibutz. Una cooperativa donde, con el esfuerzo de todos (con el esfuerzo de la máxima productividad, con el trabajo pesado del campo), a cada familia le tocaba una porción igual de los ingresos. En sus orígenes, el kibutz fue una idea bien recibida por un Estado preocupado por instalar poblaciones judías en los lugares más apartados del territorio que en su fundación soportó guerra tras guerra. El ideario kibutziano fue viable porque cumplía también con las necesidades de defensa del precario Estado recién fundado. Pero estaba destinado a mucho más: en el kibutz, los niños dormían en sus propios pabellones, y sus padres, los iban a visitar tras la jornada de trabajo. El kibutz se ocupaba de su educación, de su ropa y su alimento, y los niños no dormían en la casa de sus padres. Vivían y dormían en comunidad. La educación kibutziana entendía las festividades judías, respetando sus orígenes religiosos, pero transformándolos en fiestas relacionadas con la experiencia agraria, las cosechas, las estaciones, la naturaleza. Se dieron incluso una Hagada propia en Pesaj, (la lectura de la historia del éxodo, en la Pascua Judía) donde Moisés es el representante de la liberación de un Pueblo, donde Dios no figura. Se dieron a sí mismos rituales de atención a los fallecidos con plegarias humanistas, lejos de la religión. Soñaron con discutir con los rabinos sus posturas y prevalecer. Con cierta regularidad, los integrantes del kibutz se reunían en asamblea comunitaria, y decidían los destinos de todos, rigiéndose por las reglas que ponían los intereses del kibutz en primer lugar, y nunca los intereses de un individuo por encima del grupo. ¡Un invento maravilloso!: y más aun, el movimiento kibutziano, la federación de todos los kibutzim, representaban una parte importante de la producción del país, y sobre todas las cosas, le dieron al país una gran cantidad de pensadores, intelectuales, militares y políticos que influyeron por décadas en el pensamiento político israelí. Incluso cuando la economía de los kibutzim se empezó a resentir por ser solo una unidad agropecuaria, muchos kibutzim fundaron fábricas de todo tipo, para mejorar sus finanzas. Podía ser una fábrica de medias, o de luces de emergencia, la exportación de paltas, o la fabricación de material quirúrgico de precisión. Todo valía para sostener la economía kibutziana. Pero. Hubo un tiempo en que también en Israel se jugaban dineros en la Bolsa. Hubo kibutzim que se endeudaron y luego no pudieron pagar sus deudas. Había kibutzim ricos que habían logrado estabilizar sus finanzas por medio de algún nuevo proyecto productivo, y otros que permanecieron más pobres, necesitados de la ayuda de la federación kibutziana. Cuando el asunto son las finanzas de un grupo en cooperativa, la ideología puede quebrarse. Incluso, cito a Borojov, el sueño había sido… “Cuando las tierras improductivas sean preparadas para la colonización, cuando se introduzcan las nuevas técnicas de producción, y cuando los otros obstáculos sean removidos, habrá suficiente tierra para ubicar tanto a judíos como árabes. Las relaciones normales entre judíos y árabes prevalecerán”. Pero la realidad del judío nuevo dejó lugar al contrato de mano de obra árabe barata para las tareas más difíciles del kibutz. En particular, sostengo la teoría que el mayor resquebrajamiento ideológico del movimiento kibutziano, del cual ya no se podía volver atrás fue el momento en que uno a uno, los kibutzim fueron levantando los pabellones de los niños y decidieron que los niños vivieran con sus padres, volviendo al esquema de la familia “normal”. De ahí, a comprar un televisor para cada casa, (antes había TV solo en el comedor comunitario) o una computadora para cada familia, hicieron que el comedor comunitario quedara solo reservado para un puñado de voluntarios. Hicieron falta un par de décadas más, para que algún kibutz decidiera alquilar una porción de su tierra para concesionarla a una estación de servicio, o para construir un shopping a la vera de la ruta vecina. Podemos poner ahí a la vera de la ruta un salón de fiestas, o una óptica, lo importante es hacer caja. Con el tiempo los alquileres fueron más rentables que el trabajo de sus miembros, y el kibutz termina por convertirse en una especie de country donde sus integrantes salen a trabajar en su mayoría en las ciudades, de lo que sea. Habrá que darse incluso una normativa para que los hijos puedan heredar la casa de los padres, o tramitar los permisos para concesionar un hotel de cinco estrellas o construir un barrio coqueto (las tierras de los kibutzim fueron compradas por el keren kaiemet, -una organización autárquica, ligada al movimiento sionista - por lo cual en su mayoría, las tierras de los kibutzim formalmente no les pertenece a sus miembros). ¿Y los sueños de los primeros pioneros? ¿Y el sueño de Israel como un gran kibutz? Queda poco, o al menos muy poco de esa vieja vanguardia, de esa elite intelectual respetada por gran parte de la población israelí. Su influencia y su posición dentro de la sociedad quedaron atrás en los cajones de la Historia.

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