jueves, 3 de mayo de 2012

¿Qué quiere Dios de Mi? ( La historia de Romualdo Jacobo Weksler Waszkinel )

¿Qué quiere Dios de Mi? En la hora de angustia y de luz vaga, en su Golem los ojos detenía. ¿Quién nos dirá las cosas que sentía Dios, al mirar a su rabino en Praga? El Golem – Jorge Luis Borges. Jacobo solo desea un rincón con cierta dignidad en Jerusalem, un lugar donde continuar investigando y escribiendo: quiere ser un hombre libre. ¡Ay, si hubiera venido hace 30 años, le resultaría más fácil aprender el hebreo! Es del 43, así que va rumbo a los 70 años, una edad difícil para intentar captar apenas un 30% del idioma. Jacobo quizás no haya leído el poema de Borges sobre el Golem y el mismo no sabe que a esta altura apenas podría barrer el piso de la sinagoga… Jacobo es un error que camina por las calles del barrio de Rejavia y nadie sabría muy bien qué hacer con él, una tragedia caminante… Swieciany, fines de 1942. Emilia se ha encontrado en varias oportunidades con Batia y escucha sus ruegos: “Querida, todo el tiempo decís que crees en Jesús. Tomá a mi niño en nombre de Jesús, en el que crees tanto. ¡Quizás algún día se convierta en sacerdote!” Las dos mujeres se ponen de acuerdo en todo: en Polonia a fin de año hace más que un poco de frío, hace mucho frío, nieva. Hay una ventana de la casa de Emilia que da a la calle, y ahí Batia deja a su bebé, al que no ha circuncidado. Demasiados nazis por ahí, demasiados antisemitas polacos. Así que quince minutos después, Emilia hace el circo pactado: “Oh, un bebé, alguien ha dejado un bebé!”. Un vecino (el zapatero de la cuadra) se acerca, “! Seguro que es un bebe judío, voy a agarrar a la puta madre que lo p…” Pero Batia ya está lejos, seguramente llorando, sabiendo que es la única opción para que su bebé sobreviva. Ella misma y su esposo y un hijo se perderán en la historia entre dos opciones: o han sido rematados en algún bosque vecino, o gaseados en algún guetto. Días después, Emilia en el registro civil reclama para sí al niño: “Quiero este bebé, lo encontré y me pertenece, me lo quedo”. Son tiempos complicados para andar haciéndose problemas por esta clase de pavadas, así que si lo querés, tomá: Romualdo Waszkinel, hijo de Piotr y Emilia. Que pase el que sigue… Un niño llorón, y pegado a su madre, como si supiera que una madre que se aleja es señal de peligro. Un pibito muy mamero, pero, en el colegio, se porta bien y es muy estudioso. Emilia le rapa la cabeza, que no se vean sus cabellos demasiado negros, encima su piel no es de color leche como los polacos cristianos de por ahí. Los pibes saben ser crueles: “Judío, Judío, ¿no sabés que tu padre no es tu padre?”, lo joden a los seis años, pero Romualdo está destinado a tener momentos de felicidad porque su padre ha vendido una vaca para comprarle un acordeón, para aprender a cantar y a tocar. ( La vaca, se la dio un organismo de ayuda de las Naciones Unidas: volvían de noche con la vaca, y un horizonte hecho acordeón, y del otro lado de la calle, dos tipos limpitos y bien vestidos que dicen:”Judío bastardo”, y no se da cuenta que hablan de él, aunque los mira, y ve que lo están maldiciendo…) Más tarde se encuentra frente al espejo, viéndose distinto al padre y pensando: “Si encima de todo resulta que soy un judío, ya verán lo que me haré a mi mismo!” Nada mejor que la Iglesia para encontrar refugio ante tanta ideación de ruina. Y convertirse algún día en sacerdote: al terminar la secundaria (acordeón, compañeritas, juerga), la Iglesia y el seminario rumbo al sacerdocio es como entrar en el séptimo cielo. Muere papa a los 52, me voy o no me voy del seminario, no, no me voy, lo haré en nombre de mi padre, ese laburante que se sacrificó por mí. Año 1975, Romualdo tiene 28 años, y su madre enferma. Madre lee un libro que cuenta las atrocidades cometidas a los judíos en manos de los polacos. Llora penosamente. Romualdo arremete: “.- ¿Madre, dime, yo soy judío?” y obtiene por respuesta: “.- ¿Acaso no te quiero?”. 1978. Romualdo dedicó tres años a jugar al gato y al ratón con su madre: están hablando del shtetl vecino al pueblito donde vivían cuando nació, que estaba lleno de gentes de distintas nacionalidades, pero madre no menciona a los judíos… .- “Llego la hora. Esta es mi vida, la única que tengo, y tengo derecho a saber la verdad, y no te voy a querer menos por eso…” Emilia le cuenta que su padre era un buen sastre, tan bueno que los alemanes prefirieron no matarlo por un tiempo, que su familia de origen vivía en el guetto de Vilna, y que tenían un hijo llamado Shmuel. Batia le había susurrado un nombre judío, que ella nunca pudo ni quiso recordar por temor a los nazis. El padre fue enviado al campo de exterminio de Strutthof, la madre a los campos de Ponary y no se supo más de ella ni de Shmuel. ¡Así que el curita era judío nomás! Nadie habría de enterarse, salvo Juan Pablo II, que daba clases de ética en la Universidad de Lublin, donde Romualdo estudia filosofía: .- “Mi querido hermano, prometo rezar por ti, no tienes que temer por nada. Si Dios está contigo, está todo bien…” El destino de los hombres es una comedia trágica, una tragedia que a veces tiene pasos de comedia: en general, no sabemos nada de Eso, creemos que estamos al mando, pero somos maquinas descompuestas, una especie de idiotas que creen que lo pueden todo, cuando apenas somos hojas de otoño bailoteando al viento. Una monja se confiesa con Romualdo, pero lo ve hecho un desastre más grande que ella misma. Se atreve a dejarle una nota secreta: .- “Si el cura quiere contarme algo, quizás yo pueda ayudarlo”, está escrito. Romualdo va a verla: .- “Así que el cura resultó ser judío?” .- “¿Cómo lo sabes?¿Acaso hay algo mal con mi nariz? 1992. Dejemos el tema de las narices judías, para contar que la monjita, qué viaja a Israel cada tanto, se entera que hay sobrevivientes del shtetl, los busca y les pregunta por el sastre del pueblo: .- ¿Iankele? ¡Iankele Weksler!, era el mejor sastre del pueblo!, espere, a ver…, acá, en el libro en memoria de los que no están, acá está, la foto de Batia, la mujer de Iankele… Romualdo con las nuevas noticias entra en shock: la foto de su madre en un encuentro del movimiento sionista al que pertenecía, ¡y sus ojos!, los ojos de su madre son sus ojos… Así que allá va el Padre Romualdo, el sacerdote polaco, judío, en avión a Israel, donde lo espera en el aeropuerto nada menos que su tío paterno, un israelí religioso ortodoxo. ¿No tenias, oh Dios nuestro, un tío distinto para el padre Romualdo? Podía haber sido un oftalmólogo acostumbrado a las catataras, o quizás un óptico que hiciera anteojos para ver de cerca o lejos? No. ¡Quisiste hacérsela mas difícil! ¡Lo llevaste directo en avión un viernes por la noche! A veces pienso que gozas con nuestras débiles existencias. ¿Tenias que ponerle un tío ortodoxo, para que en el mismo fucking taxi desde el aeropuerto le pregunte si acaso, sobrino, no te pesan 2000 años de odio? ¿Para qué necesitabas que el tío lo arrastre hasta la sinagoga, le ponga kipá (solideo) y lo lleve a hacer aliah a la torah, para que la pueda tocar como un verdadero judío? ¿Querías verlo lleno de dicha mientras le ponían el talit (el manto ritual sobre sus hombros), para que todos le dieran la mano con fervor, y nuestro pobre sacerdote se llene de asombro maravilloso? Para despertarse al día siguiente soñándose judío: ¡he aquí a nuestro judío recuperado!, atónito, y perplejo, ¿que fue eso de los 2000 años si yo llevo apenas unos pocos años de judío?, nuestro pobre diablo va rumbo a su desayuno, un poco confundido… ¿Tenias que ponerle un tío religioso?, en fin... Para el tío hay dos religiones bien separadas. No jodamos con eso de que Jesús era judío. Para nuestro sacerdote judío hay solo una religión. Jesús no vino a anular la Ley. No hay que cambiar ni una línea de los Textos Sagrados. “Para mí –piensa- esto es la continuación del judaísmo. Amo a esta gente, nada de polacos. Polonia es mi hogar, como el de mis padres. En ese tiempo no había Israel. Polonia es mi Israel, lo polaco incluye mi judaísmo. Yo soy judío y nadie tiene derecho de perseguirme en Polonia, que es mi hogar. Para los seres humanos lo primero es la lengua: la cultura es espiritualidad, no es de carne y hueso. Yo estoy enraizado en la cultura en la que fui criado. Dicen que Hitler mató judíos usando manos cristianas, pero para mí el que mata judíos escupe sobre Jesús, escupe sobre las raíces de la cristiandad; es como insultar a una madre; si nos burlamos de los judíos, estamos despreciando el más preciado valor de la cristiandad”. Así piensa Romualdo, un personaje querible a esta altura del texto, ¿no es cierto? (Pobrecito, no la tiene muy clara, pero ya se le va a pasar, debe ser parte de su adolescencia judía emocional aunque va para los 50 años de polaco y sacerdote, déjenlo…) ahí va Romualdo, se vuelve a Europa corriendo al registro civil para convertirse en Romualdo Jacobo Weksler Waszkinel. Nuestro Yacob es lento para tomar decisiones: necesita una década para tomarlas de a una. A veces pienso que te gusta jugar con nosotros: te habría bastado hasta acá, pero No. Le tuviste que picotear la cabeza sin parar como un pájaro carpintero, le habrás hablado en sueños, le habrás prometido sabiduría como al rey Salomón, o que iba a aprender rápido el idioma hebreo. No te alcanzó con meterlo en la sinagoga con su hermano: tenías que meterle esa idea de hacer de Israel su nuevo Hogar. ¿Qué quieres de nosotros? ¿No te alcanzó con el rabino en Praga, que tras permutaciones de letras encontró tu nombre divino para crear un monstruo? ¿Para que querías otro Golem? ¿No te alcanzó con dejar perplejo a ese pobre rabino que nunca supo que quisiste de él? Pero no: le pusiste en sus manos la foto de una madre en el medio de un movimiento sionista, ¿qué otra cosa hubiera querido Batia en vez de morir en los bosques de Polonia, que emigrar a Palestina? Te lo llevaste de vuelta a Polonia, donde sus escritos sobre cristianos y judíos le importaban un bledo a nadie. Para que conviviera con textos antisemitas en la Universidad. Lo dejaste unos años ahí, para que se sienta sapo de otro pozo. Y finalmente lo vas a enviar a Tierra Santa sin un peso en el bolsillo, porque bien sabes que ya hubo un Padre Daniel, a quien le negaron los dineros de la aliah, porque eso de ser cura y judío no se lleva bien. A Romualdo/Jacobo lo vas a poner… ¿en un kibutz religioso? ¿No era mejor hacerle aparecer una herencia de algún tío perdido? ¿Un kibutz religioso? ¿Te gusta torturarnos? ¿Vas a seguir por generaciones y generaciones mandando a Abraham a que sacrifique a su hijo arriba del monte? Miren lo que es el azar, Romualdo se encuentra con un guía de turismo israelí, que lo invita a su casa en el 2005, y que lo ayuda en su deseo de emigrar a Israel. Estaba escrito que se retire del sacerdocio en el 2008, y que el 2009 llegue con una sola valija, a Sde Eliyahu, un kibutz religioso en el Valle de Beit Shean. El gancho kibutziano lo hace Ronit Kertsner, directora de una película llamada “Torn” (http://www.youtube.com/watch?v=DM4N2ecEaCo) Sus compañeros de kibutz sospechan de Weksler y lo ponen a prueba: lo quieren ayudar pero tienen una responsabilidad comunitaria. Eso de andar diciendo que Jesús era también un judío, eso no es Judaísmo. Weksler pide permiso para ir a rezar los domingos. El rabino de Sde Eliyahu no tiene idea de la clase de sujeto que tienen delante. El filosofo Dr. Ben Admon asegura que esto puede ser el fin del Sionismo si se sienta el precedente de ser judío y cristiano al mismo tiempo. ¿Podremos preservar y garantizar el carácter judío del Estado de Israel? Weksler no se queja: “son buenos conmigo, 2000 años de persecución, es mucho, mientras tanto estoy terminando el primer año de ulpán”. El tipo es un conflicto andante: en Polonia sufría por judío; en Israel es una especie de espectáculo circense. 2012. Weksler ha recibido status de residente permanente y encontró trabajo en los archivos de Yad Vashem. Le gusta lo que hace. Le dan documentos originales: el los lee y los clasifica, al catalogo, next. .-“Se me ha abierto una puerta como en Alicia en el País de las Maravillas, y cada libro es un descubrimiento nuevo”, le contesta al periodista. .- ¿Cómo ve su futuro en Israel? .- Estoy buscando un lugar pequeño pero digno donde vivir, seguir investigando sobre los documentos que me van dando y escribir algo. Si pudiera manejar más el hebreo, aunque sea en un 60%, eso sería un logro, pero a mi edad, viene difícil. .- ¿Como se siente en relación a la Iglesia ahora? .- No me siento liberado de nada y no me siento obligado a nada. Trato de ser un hombre libre. .- ¿Y si se encuentra una mujer atractiva? .- Me preguntaron lo mismo en el kibutz. Y mi respuesta es que a mi edad, necesito más una cuidadora o una enfermera que una esposa. Hasta acá nunca me hice esa pregunta y no pensé en eso, pero la vida es extraña e impredecible, quien sabe… .- ¿Se arrepiente de algo? .- Que no encontré antes lo que soy. Cuando mi madre me lo contó hubiera podido llegar a Israel en dos meses, pero nunca me hubiera imaginado que era tan fácil encontrar un sastre de un pueblo chiquito. Si lo hubiera hecho 30 años atrás, hoy hablaría mejor en hebreo. Pero me quedé en la Universidad y no hice nada. Weksler está contento al menos, acaba de pasar al tercer nivel del ulpan, su escuela de hebreo. Lo dicho: uno nunca tiene ni la menor idea acerca de donde esta puesto ahí ni rumbo adonde. Weksler le contesta al periodista que está contento y yo no entiendo de qué.